Llamamos exposición a la cantidad total de luz que llega al material sensible durante la formación de la imagen.
Depende
de la luminosidad del motivo y de la cantidad de luz que se deje llegar
al material sensible, factor que se controla mediante el la apertura
del diafragma, la velocidad de obturación y la sensibilidad. Con esos
tres parámetros debemos jugar para obtener una exposición correcta.
Tradicionalmente
se colocaba un carrete con una sensibilidad determinada y el fotógrafo
determinaba la apertura y la velocidad de obturación. En la fotografía
digital se puede cambiar la sensibilidad entre una fotografía y otra, lo
que añade un elemento más para conseguir una exposición correcta.
Veamos una par de imágenes en las que se explica la relación entre la apertura y la velocidad de obturación.
El
fotógrafo novel puede pensar que determinar la cantidad de luz es algo
muy complejo, afortunadamente el 99% de las cámaras fotográficas
incorporan un fotómetro, un dispositivo que mide la cantidad de luz y
que nos dice cuál será la exposición adecuada en la mayoría de los
casos. Aún así es recomendable aprender el funcionamiento del fotómetro
de cada cámara a través de la práctica, ningún fotómetro puede saber qué
parte de la imagen es la que deseamos que salga correctamente iluminada
y, en muchas ocasiones (grandes contrastes entre luces y sombras)
tendremos que elegir qué tipo de iluminación queremos conseguir.
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