domingo, 10 de enero de 2016

La experiencia mecánica (repost).

En el año 2006 escribí unas lineas sobre la importancia de la cámara en el proceso mental de tomar una fotografía, luego en 2008 volví a escribir otro poco a modo de anexo. Reproduzco aquí ambos escritos para que no se pierdan en la red.

La experiencia mecánica I (Junio 2006) 

Hace tiempo que llevo dando vueltas a la cabeza sobre el efecto del tipo de cámara y el tipo de soporte en la predisposición para hacer fotografía de una u otra forma. En mi forma de fotografiar he notado diferentes resultados cuando en mis manos tengo una compacta, una reflex, una telemétrica, cuando he usado película o he usado digital. Espero hacerme entender poco a poco.

Cuando se hace una comparativa entre diferentes aparatos fotográficos, ya sean dos reflex de marcas competidoras, el eterno debate digital vs película, o las más recientes comparativas entre reflex de alta gama y respaldos de formato medio, se suelen utilizar motivos idénticos fotografiados desde el mismo lugar y en las mismas (o comparables) situaciones. Dichas comparaciones tienen su razón de ser, pero se circunscriben exclusivamente a un parámetro cuantificable: la calidad de la imagen final. Tomando esas comparativas como vara de medir podemos calificar de forma muy precisa las cámaras, podemos hacer una clasificación con ganadores y perdedores, a día de hoy la combinación campeona seguiría siendo la película de gran formato (en el que siempre puede ponerse un trozo de película mayor), seguido por los respaldos digitales de formato medio. Hasta ahí no habría demasiada discusión, el precio de algunas de esas máquinas puede ser prohibitivo pero ese no es nuestro tema de debate, si quieres la máxima calidad… pues a romper el cerdito.
Pero mi reflexión va encaminada a otro aspecto de la fotografía, cuando uno se hace la pregunta “¿qué es lo más importante en una fotografía?”, pueden darse muchas respuestas posibles: la nitidez, el color, la resolución, la composición, el significado… personalmente creo que cuando una imagen es interesante lo más importante es poder hacerla, puede sonar a perogrullada pero intentaré desarrollarlo un poco más para no quedar como un tonto. Para poder hacer una foto se necesita una capacidad tecnológica: la cámara fotográfica y sus accesorios; y una capacidad mental: los conocimientos y la situación mental (atención, inspiración, motivación…).
Veamos la primera parte, la tecnología. Si se nos presenta la oportunidad de fotografiar algo único y excepcional, como por ejemplo la primera imagen de una nueva especie en lo más profundo del amazonas, a todos nos gustaría tener una Hasselblad H2 con su respaldo de 39MP, un objetivo que te permita sacar hasta el último pelo de la criatura y un trípode para que nada salga movido (y, puestos a pedir, que el bichito esté quietecito y acicalado), pero en esas circunstancias lo más importante es haber llegado allí y tener una cámara de fotos, cualquiera, que te permita plasmar la escena y que luego puedas publicarla en National Geographic (en un caso así no te pondrán problemas con los MP). Muy probablemente una cámara pequeña, manejable y que resistiera la enorme humedad de las selvas tropicales te hubiera permitido adentrarte en la selva lo suficiente para llegar hasta la criatura y tener en la mochila espacio para comida, bebida y un GPS para no perderte, mientras que con la H2 a lo mejor hubieras llegado sin comida y justo para darte cuenta que los componentes electrónicos de tu respaldo digital estarían tan mojados que no responderían a tus desesperados intentos apretando el disparador. Puede ser un burdo ejemplo de otros factores importantes a la hora de hacer una fotografía, pero en el mundo internauta, un mundo tecnológico en su esencia, se magnifican las características medibles de las imágenes y se minimizan las características intangibles de los aparatos que las capturan.
Pero esta reflexión es sólo una parte de la historia: la “posibilidad de hacer una fotografía debido al equipo”; la segunda, y no menos importante, es la forma en que las características mecánicas y de funcionamiento (forma, tamaño, botones, peso, visor, digital, película…) predisponen a un tipo de fotografía u otra, “la capacidad mental de hacer una fotografía”.

Hablaré de mi experiencia personal, en el último año he usado 3 cámaras: una reflex digital con varios objetivos (Nikon D70), una telemétrica de película con un 45mm (Contax G1) y una compacta digital (Fuji F10). En teoría podría hacer fotos casi idénticas con las tres cámaras, siempre que usara focales parecidas (en torno a 50mm), pero eso no sucede. Con cada uno de esos ingenios electromecánicos en mis manos mi estado psicológico a la hora de enfrentar la tarea de fotografiar se modifica ligeramente: con la F10 tiendo más hacia la fotografía despreocupada y espontánea, con la D70 siento que debo hacer cosas “serias” y cuido mucho la composición y las cuestiones técnicas (es con la única que he usado el trípode), con la G1 tiendo a la fotografía más intimista y serena (retratos, escenas cotidianas…). Me parece curioso que una de las ventajas teóricas de la F10, su tamaño y poder llevarla encima para hacer fotos en cualquier momento, no la siento demasiado. Cuando tengo la compacta con sus menús, su ausencia de visor, su ausencia de ruido sonoro, no me encuentro en “modo fotógrafo”, se que es una estupidez, pero no consigo concentrarme en la fotografía y entrar en ese estado de ensimismamiento que todos los fotógrafos hemos sentido alguna vez. Sin embargo una cámara sensiblemente mayor como es la G1 si me sitúa en ese estado de alerta y de “inspiración”, siendo mayor, más pesada y más ruidosa hace que me sienta mucho más invisible que con la plateada F10. La D70 es la mayor de mis cámaras y suelo cogerla cuando tengo una meta clara (“voy a salir a hacer fotos de…”), por eso digo que es mi cámara más seria, supongo que en mi modesta economía tiene el papel del formato medio en otras economías más saneadas.
Muchos de los usuarios de Leica hablan de esa relación íntima entre la herramienta y el fotógrafo que les hace crear mejores fotos con las M que con otras cámaras, en sus palabras se encuentra un tipo de relación casi mística con su cámara. Hablan de “prolongación de su mente”, de “sentirse invisible”. Como nunca he usado una Leica no puedo corroborar este tipo de afirmaciones, pero me parecen enormemente interesantes.
Dentro de la discusión película vs digital también se encuentran testimonios que indican que el digital y su “gratuidad” hacen que se dispare más alegremente, lo que predispone a formas de trabajo diferentes de la película y su precio por disparo.

La experiencia mecánica II (Febrero 2008)
Me apetece revisar el artículo que escribí en Junio de 2006, no tengo demasiado claro lo que quiero añadir, pero tras algo más de año y medio vuelvo a sentir que la conexión entre el trasto que se tiene en las manos y la predisposición mental a la hora de acometer una tarea fotográfica es indisociable.
Voy a narrar una pequeña anécdota que espero no moleste a sus protagonistas y que ilustra perfectamente lo que quiero expresar.

En un curso de fotografía al que asistí el año pasado se estableció una de esas discusiones recurrentes en la fotografía digital, ¿JPEG o RAW?
El ponente (Alejandro Sosa) defendía el RAW como única forma de extraer la máxima calidad de una imagen y Pepe Florido decía medio en serio medio en broma que él hacía que los JPEG se “convirtieran” en RAW. Una de las razones que Pepe esgrimía era que “no se sentía a gusto” utilizando el formato RAW. Finalmente Alejandro zanjó la conversación de la mejor manera posible: si Pepe está cómodo usando JPEG y eso le permite estar concentrado en hacer fotografías en vez de en cuestiones técnicas que siga usando JPEG, lo principal era que este en condiciones de encontrar esos momentos mágicos que sabe encontrar y que los demás no vemos, si el momento estaba capturado en un formato u otro era lo de menos.

El aparato fotográfico debe ser una prolongación de tu visión y no convertirse en un muro que te separa de la realidad, ese muro puede ser mecánico (la distribución de los mandos), físico (el tamaño de la cámara), electrónico (la pura y dura calidad del sensor) o temporal (el tiempo de reacción ante tus decisiones). Tal vez todos los fotógrafos somos unos eternos buscadores de la “cámara ideal”,  en mi caso particular reconozco mi pequeña decepción constante con el aparataje fotográfico, no encuentro mi cámara ideal (aunque eso no significa que no haga fotos con lo que tengo y disfrute mucho). Seguramente esa búsqueda es una utopía, no existe la herramienta ideal, todas tienen puntos fuertes y puntos débiles.
En mi modesta experiencia fotográfica encuentro que las reflex digitales son demasiado grandes, y las compactas digitales demasiado lentas. En ambos casos el aparato se interpone en el desarrollo del proceso fotográfico, dificultándolo. Las cámaras que he usado que más me han acercado a la fotografía han sido la Contax G1 y la Nikon FM2, eso no las hace perfectas ni mucho menos, la G1 tenía un visor infame y la FM2 no deja de ser completamente manual haciendo que se trabaje lentamente. Pero en ambos casos cuando las he tenido en la mano “me he sentido fotógrafo”, signifique lo que signifique esa expresión.

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